Un niño creció en Nazaret a comienzos del primer siglo de nuestra era, y sus creencias
impactaron en el mundo un día. Mucho se ha sabido del hombre en que este niño se
convirtió, Jesús de Nazaret, aunque su infancia sigue siendo en gran parte
desconocida y fuente de gran curiosidad y muchas conjeturas. Fue criado en la misma
cultura y tradiciones de otras personas de su época; entonces, ¿qué fue lo que llevó a
este muchacho a compartir el amor de Dios con la humanidad?
Josué, el muchacho de Nazaret es una mezcla convincente de hechos y ficción que
ofrece un vistazo innovador y plausible de lo que pudo haber sido.
Josué (Yeshua), como su familia le llamaba, fue como la mayor parte de niños que
compartían su misma herencia, aunque quizá fuera algo más curioso que la media.
Hacía tareas en casa, cuidaba de sus hermanos pequeños, jugaba con amigos,
aprendió a leer y escribir, estudiaba las Escrituras hebreas en la escuela, se metió en
problemas más de una vez y solía hacerse preguntas sobre la naturaleza y el mundo.
Como todos los de su aldea, Josué esperaba con ilusión la llegada de las caravanas de
camellos que pasaban por allí con sus viajeros eclécticos, noticias del mundo e
historias de tierras extrañas. Gran parte de la educación de Josué acerca de la
naturaleza humana procedía de los viajeros de las caravanas, y él escuchaba sus
historias y aprendió de ellas.
Una vez un muchacho se graduaba en la escuela de la sinagoga, comenzaba a trabajar
en el oficio que había elegido. Por lo tanto, era común pasar de los diez a los trece
años observando profesiones y oficios, junto con los estudios avanzados de las
escrituras y las leyes religiosas.
Josué aprendió a tejer, hacer queso, moler trigo, hacer pan, cuidar de los animales y
atender un huerto mientras estuvo en su casa. Trabajó con sus tíos en la granja y en el
mar. Mientras aprendía a hacer vasijas de barro, pensó que podría convertirse en
alfarero hasta que conoció a un matemático y aprendió sobre los números. Con doce
años, Josué se había hecho una buena idea de lo que suponía ser carpintero, albañil,
pescador, alfarero, tejedor, comerciante, maestro, rabino, líder de caravanas, granjero y
pastor de cabras y ovejas. Fue la asociación laboral estrecha con su padre, José, lo
que le llevó a elegir la carpintería.
Aun así, fueron sus rezos nocturnos y las «pequeñas charlas» con su Padre del cielo,
mientras conversaba sobre sus preocupaciones y experiencias, los que llevaron
finalmente a Josué a darse cuenta de que estaba llamado a compartir el amor de Dios,
aunque él no supiera cómo iba a hacerlo.
